El Congreso de la República estrena desde el miércoles mesas directivas y por tal razón un nuevo estilo de presidir el Senado de la República y la Cámara de Representantes.
El país ya no volverá a ver y oír los gritos y manoteos de Armando Benedetti Villaneda y el tartamudeo de Carlos Alberto Zuluaga Díaz.
Llega a la Presidencia del Senado el callado, poco sociable abogado de 50 años de edad, Juan Manuel Corzo Román, por la bancada del Partido Conservador.
El legislador nortesantanderano es el mismo que en 1998 con la credencial de Representante a la Cámara cayó secuestrado en el avión Focker 50 de la comercial aerolínea Avianca junto con 42 pasajeros y 5 tripulantes, el cual ejecutó el proscrito grupo Ejercito de Liberación Nacional, ELN.
A la Cámara de Representantes arriba el economista pereirano Simón Gaviria Muñoz, 30 años, joven promesa del Partido Liberal que cinco lustros antes los colombianos lo veíamos corretear por las instalaciones de la casa amarilla presidencial del centro de Bogotá con travesuras de adolescente.
Es creíble que de la mano de su padre el ex Presidente de la República, César Augusto Gaviria Trujillo, Simón llegó a la corporación legislativa después que estuvo a punto de ahogarse –por 120 votos- en los escrutinios disputados en 2006 con la hoy alcaldesa encargada de Bogotá, Clara López Obregón.
Ha brillado solito con proyectos de Ley de trascendencia nacional y de su ‘cosecha’ como la portabilidad numérica que entrará en vigencia el 29 de julio próximo.
Del legado del pendenciero, vanidoso y adicto a la publicidad Benedetti Villaneda el Senado de la República lo recordará, además, porque puso en jaque a los ausentistas, a los llamados lagartos, paró el contrato cercano a los 100 mil millones de pesos para adquirir camionetas blindadas; le quitó, no sé cómo, la facultad del gasto al hoy investigado director administrativo Omar Velásquez, y ridiculizó a los ministros perezosos. Pero no lo van a añorar amablemente.
Aunque él mismo calificó de histórico el tramo legislativo que termina (es cierto que fue exitoso para el gobierno), tampoco se puede llegar a ese extremo porque entonces en dónde quedaron la gestión histórica que como presidentes de la corporación adelantaron Germán Vargas Lleras, Hernán Andrade, Dilian Francisca Toro de Caicedo, para solo citar a los más renombrados que presidieron recientemente el Senado.
Debe estar rascándose la nariz el ex ministro Fernando Londoño Hoyos.
En el inicio de todo gobierno el Congreso de la República aprueba la mayoría de los proyectos de Ley y Actos Legislativos. Así fue con el de Álvaro Uribe Vélez, por ejemplo, con la fusión de varios ministerios que 8 años después se evaluó como un fracaso y en pocas semanas serán nuevamente creados.
Zuluaga Díaz puso su sello de buen tipo, sencillo, descomplicado, amable, independientemente de su gagueo buen conversador, cumplido en las plenarias y fue un factor determinante en la modernización tecnológica del Salón Elíptico del Capitolio Nacional pese a que administrativamente los organismos de control del erario público preguntan por la enorme inversión de los cerca de 11 mil millones de pesos que pagaron por la obra.
Fotos cortesía Senado/Ángel Vargas